Escrito por Elena
En Avilés, entre los años 98 y 2000 fui monitora de un módulo de agricultura ecológica en una Escuela Taller.
Luché para que el Ayuntamiento cediera las instalaciones del módulo, que iban a quedar abandonadas, a un grupo aventajado de alumnos para que constituyeran una cooperativa agraria ecológica.
Y así fue, pero no logré que el ayuntamiento proporcionara a los jóvenes el asesoramiento técnico necesario, durante los dos primeros años al menos, para estabilizar la empresa, de modo que los dos chicos y una chica, buenos trabajadores, con ganas e ilusión, abandonaron a los tres años por desgaste.
¡Enhorabuena al Ayuntamiento de Avilés! Pues, en último término, era lo que pretendía.
En Gijón, una iniciativa mucho más tímida y más testimonial que real, fue la cesión de pequeñas parcelas para huertas a personas jubiladas, pero limitadas a dos o tres años.
Eso es poner un caramelo en la boca y, en definitiva, no dar solución a nada, ni a necesidades terapéuticas, ni de ocio, ni económicas, ni alimentarias, ni nada de nada.
Demasiado recato en que pueda cundir el ejemplo o en que las personas puedan adquirir derecho sobre las cosas. No hay tanto reparo en dar terrenos que son de todos a especuladores urbanísticos privados... Pero esta es otra cuestión.
Por otro lado, recientemente he sabido de una persona particular en Asturias que tiene una finca y trazó en ella parcelas que alquila para huertas familiares. No dispongo de más detalles, pero me pareció una idea interesante si se consiguen establecer acuerdos buenos para dueños e inquilinos.