Escrito por Elena
Desde el año 1989 hasta el 2000, tuve una finca de 3000 m² dedicada a la producción ecológica de hortalizas: de ellos 1000 m² eran invernaderos y los 2000 metros restantes para cultivos al aire libre. Durante todos esos años, pasé por varias experiencias de comercialización de mis productos, unas individuales y otras colectivas.
En cualquier caso, la agricultura ecológica fue mi modo y mi medio de vida durante 11 años, complementada periódicamente con actividades de formación y prácticas en la finca, destinadas a estudiantes y futuros agricultores -una actividad a la que todavía estoy ligada, con otras características-. Pero el grueso de mis ingresos provenían de la venta de la producción ecológica de la finca.
En todo ese tiempo, la mayor parte de mi producción se vendió en venta directa al consumidor en mercados de calle y sólo una quinta parte aproximadamente del total de esa producción, se vendió bajo alguna fórmula de comercialización conjunta o cooperativizada. En momentos puntuales, algunos “excedentes” de producción, tuvieron como destino Mercasturias (el mercado central de Asturias).
Salvo esta última, que es un verdadero disparate a evitar, pues es el colmo que un producto ecológico, dado su valor, su demanda y escasez, termine infravalorado en un mercado central a un precio irrisorio y sin reconocimiento, las otras formas de comercialización son válidas y presentan sus ventajas y sus inconvenientes.
En los siguientes artículos quiero aportar algunas reflexiones y conclusiones derivadas de esas experiencias, que creo pueden ser interesantes y útiles tanto para los consumidores como para los agricultores.