Escrito por Elena
Como conclusión final a este artículo sobre l@s pequeñ@s agricultores/as y la comercialización, quiero hacer énfasis sobre la importancia capital que tiene salvar la agricultura ecológica en manos de l@s pequeñ@s agricultores/as puesto que esta forma de producción es la única verdaderamente ecológica y sostenible.
Y para ello, es esencial que siga siendo viable, es decir, que pueda ser un medio de vida digno y aceptable a pesar de tener que defenderse en un modelo económico que nos es hostil. No es fácil, pero lo único que yo tengo claro es que sólo la organización de agricultores/as y consumidores/as puede ofrecer modelos capaces de hacerse fuertes y estables, aunque soy consciente de los muchos obstáculos a vencer.
Ahora que ya no soy agricultora, sino consumidora, que vivo en la cuidad y que he experimentado el empobrecimiento de mi alimentación por las dificultades de encontrar alimentos ecológicos en cantidad y variedad suficientes y al alcance de mi precaria economía, es cuando más cuenta me doy del valor inestimable que tenía mi papel de agricultora y no me puedo creer que no vayamos a ser capaces de encontrar la forma de salvar la agricultura ecológica en circuitos cortos, de hacerla posible para quienes producen y para quienes comen (que somos tod@s).
La lógica de las formas de comercialización del sistema de libremercado entra en contradicción abierta con el concepto de ecología y de reparto justo y equitativo de la riqueza; por tanto, no pueden ofrecer nada a l@s pequeñ@s agricultores/as ni dar soluciones racionales al modelo agrario y alimentario. Es urgente e imprescindible que nos demos cuenta de ello y actuemos en consecuencia buscando fórmulas a pequeña escala geográfica, que salven la producción ecológica de alimentos y los pongan al alcance de todos los bolsillos.
Esto nadie puede hacerlo a escala individual, hay que organizarse, aunque nos cueste, aunque genere tensiones, aunque aparezcan oportunistas, trepas y especuladores, aunque se produzcan escisiones, aunque traten de ponernos mil trabas burocráticas, legales o fiscales. Si tenemos fundamentos sólidos, metas claras, espíritu crítico y capacidades prácticas, y le ponemos el entusiasmo y el coraje de quien está defendiendo a sus propios hij@s (porque eso es lo que estamos haciendo, defender nuestro presente y nuestro futuro), al menos podremos empezar a andar el camino y luego seguro que a algún sitio llegaremos.